Julio Cortázar
Siglo XXI Editores

Este libro puede leerse como un collage de textos: un conjunto de invenciones, homenajes, digresiones y retratos, que vuelven el mundo irremediablemente cortazariano. Publicado originalmente en 1967, La vuelta al día en ochenta mundos lleva las marcas de la época: la juventud era toda rebeldía, el jazz de vanguardia ya convivía con Los Beatles, la imaginación tomaba el poder, y el espíritu del surrealismo, la patafísica y el situacionismo inundaba un arte que se había vuelto pop. Si hay algo superlativo en este libro, es que esa frescura se mantiene intacta. Alcanza con leer apenas unas páginas para comprobarlo, para quedar absortos frente a su libertad formal, para tener ganas de ir por más: de seguir a Cortázar hasta Duchamp, y de ahí saltar a Boris Vian, pasando por Rimbaud y por Thelonious Monk. La vuelta al día en ochenta mundos es el gran libro moderno de Cortázar. Pero también es un libro-objeto. Incorpora viñetas, fotografías y dibujos, preparados y dispuestos por otro Julio -Silva- para que el lector se sumerja en un viaje lleno de sorpresas, juegos, peripecias, casi como en las novelas de aventuras de otro Julio -Verne- al que Cortázar no deja de celebrar de principio a fin. Qué mejor que escuchar al propio autor referirse a este periplo sin par: "Todo participa de esta respiración de la esponja en la que continuamente entran y salen peces de recuerdo, alianzas fulminantes de tiempos y estados, y materias que la seriedad, esa señora demasiado escuchada, consideraría inconciliables".

la vuelta al dia en 80 mundos (2 tomos)

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Julio Cortázar
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Este libro puede leerse como un collage de textos: un conjunto de invenciones, homenajes, digresiones y retratos, que vuelven el mundo irremediablemente cortazariano. Publicado originalmente en 1967, La vuelta al día en ochenta mundos lleva las marcas de la época: la juventud era toda rebeldía, el jazz de vanguardia ya convivía con Los Beatles, la imaginación tomaba el poder, y el espíritu del surrealismo, la patafísica y el situacionismo inundaba un arte que se había vuelto pop. Si hay algo superlativo en este libro, es que esa frescura se mantiene intacta. Alcanza con leer apenas unas páginas para comprobarlo, para quedar absortos frente a su libertad formal, para tener ganas de ir por más: de seguir a Cortázar hasta Duchamp, y de ahí saltar a Boris Vian, pasando por Rimbaud y por Thelonious Monk. La vuelta al día en ochenta mundos es el gran libro moderno de Cortázar. Pero también es un libro-objeto. Incorpora viñetas, fotografías y dibujos, preparados y dispuestos por otro Julio -Silva- para que el lector se sumerja en un viaje lleno de sorpresas, juegos, peripecias, casi como en las novelas de aventuras de otro Julio -Verne- al que Cortázar no deja de celebrar de principio a fin. Qué mejor que escuchar al propio autor referirse a este periplo sin par: "Todo participa de esta respiración de la esponja en la que continuamente entran y salen peces de recuerdo, alianzas fulminantes de tiempos y estados, y materias que la seriedad, esa señora demasiado escuchada, consideraría inconciliables".