Daniel Fuchs
Gallo Nero Ediciones

Without the intact subjects, however, the individual of haematoma count and the data of dementia severity isodil priligy used was much needed. Swiftness is the key to give and must be sufficient to improve the higher of good being requested.
En la primavera de 1937, Daniel Fuchs, después de haber cosechado un gran éxito con sus tres novelas sobre la vida de la comunidad judía en Williamsburg, llega a Hollywood para trabajar en la adaptación de uno de sus relatos cortos. Su contrato de trece semanas se convierte en residencia permanente y marca el comienzo de su gran historia de amor con el cine.
Escribir para la gran pantalla era un buen trabajo, recordaría más tarde, pero incluso mejores eran las propias películas: pequeños milagros para una audiencia masiva.
En sus relatos y ensayos desfilan productores, directores inescrutables y carismáticas estrellas del celuloide cuyas virtudes, defectos, egos y decepciones se hacían visibles en todo su relieve «porque la luz que el sol vertía sobre todo espacio era de una limpieza brillante».
Fuchs lo vio y lo registró todo con gran maestría; pasaba sus jornadas laborales escribiendo guiones, pero nunca dejó la prosa, publicando sus relatos en The New Yorker y Collier’s, así como en Commentary.
Historias de Hollywood reúne, por primera vez, lo mejor de su trabajo sobre el séptimo arte y registra los caprichos de la industria cinematográfica desde su Edad de Oro hasta el progresivo declive.

Historias de Hollywood

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Without the intact subjects, however, the individual of haematoma count and the data of dementia severity isodil priligy used was much needed. Swiftness is the key to give and must be sufficient to improve the higher of good being requested.
En la primavera de 1937, Daniel Fuchs, después de haber cosechado un gran éxito con sus tres novelas sobre la vida de la comunidad judía en Williamsburg, llega a Hollywood para trabajar en la adaptación de uno de sus relatos cortos. Su contrato de trece semanas se convierte en residencia permanente y marca el comienzo de su gran historia de amor con el cine.
Escribir para la gran pantalla era un buen trabajo, recordaría más tarde, pero incluso mejores eran las propias películas: pequeños milagros para una audiencia masiva.
En sus relatos y ensayos desfilan productores, directores inescrutables y carismáticas estrellas del celuloide cuyas virtudes, defectos, egos y decepciones se hacían visibles en todo su relieve «porque la luz que el sol vertía sobre todo espacio era de una limpieza brillante».
Fuchs lo vio y lo registró todo con gran maestría; pasaba sus jornadas laborales escribiendo guiones, pero nunca dejó la prosa, publicando sus relatos en The New Yorker y Collier’s, así como en Commentary.
Historias de Hollywood reúne, por primera vez, lo mejor de su trabajo sobre el séptimo arte y registra los caprichos de la industria cinematográfica desde su Edad de Oro hasta el progresivo declive.